Diego nunca imaginó que portarÃa un arma.
No lo pensó cuando niño, o durante un tiroteo fuera de su casa en el área de Chicago. Tampoco a los 12 años, cuando uno de sus amigos fue baleado.
Los angeles mente de Diego cambió a los 14, cuando él y sus amigos estaban listos para ir a l. a. vigilia de Nuestra Señora de Guadalupe. Esa noche, en lugar de cánticos religiosos, escuchó disparos y gritos. Un pandillero le habÃa disparado a dos personas, una de ellas un amigo suyo, quien recibió nueve balazos.
âMi amigo se estaba desangrandoâ, dijo Diego, quien le pidió a KHN no utilizar su apellido para proteger su seguridad y privacidad. Mientras su amigo yacÃa en el suelo, âse estaba ahogando en su propia sangreâ.
El ataque dejó al amigo de Diego paralizado de l. a. cintura para abajo. Y a Diego, uno de un número creciente de adolescentes que son testigos de l. a. violencia armada, traumatizado y con miedo de salir a l. a. calle sin un arma.
Investigaciones muestran que los adolescentes expuestos a l. a. violencia armada tienen el doble de probabilidades que otros de cometer un delito violento grave dentro de los dos años luego del trauma, lo que perpetúa un ciclo difÃcil de romper.
Diego pidió ayuda a sus amigos para tener una pistola y, en un paÃs sobrecargado con armas de fuego, no tuvieron problemas para conseguirle una, que le dieron free of charge.
âMe sentà más seguro con el armaâ, dijo Diego, que ahora tiene 21 años. âEsperaba no usarlaâ.
Durante dos años, Diego mantuvo el arma solo como elemento de disuasión. Cuando finalmente apretó el gatillo, cambió su vida para siempre.
Tendencias inquietantes
Los medios de comunicación se centran en gran medida en los tiroteos masivos y el estado psychological de las personas que los cometen.
Pero hay una epidemia mucho mayor de violencia armada âparticularmente entre los jóvenes negros no hispanos, hispanos (que pueden ser de cualquier raza) y nativos americanosâ que atrapa a muchos que ni siquiera tienen edad suficiente para obtener una licencia de conducir.
Estudios muestran que l. a. exposición crónica al trauma puede cambiar l. a. forma en que se desarrolla el cerebro de un niño. El trauma también puede desempeñar un papel central en l. a. explicación de por qué algunos jóvenes buscan protección en las armas y terminan usándolas contra sus compañeros.
Los angeles cantidad de niños menores de 18 años que mataron a alguien con un arma de fuego aumentó de 836 en 2019 a 1,150 en 2020.
En l. a. ciudad de Nueva York, l. a. cantidad de jóvenes que mataron a alguien con un arma aumentó más del doble, pasando de 48 delincuentes juveniles en 2019 a 124 en 2022, según datos del departamento de policÃa de l. a. ciudad.
Los angeles violencia armada juvenil aumentó más modestamente en otras ciudades; en muchos lugares, l. a. cantidad de homicidios de adolescentes con armas de fuego subió en 2020, pero desde entonces se ha acercado a los niveles previos a l. a. pandemia.
Investigadores que analizan las estadÃsticas del crimen enfatizan que los adolescentes no están impulsando el aumento basic de l. a. violencia armada, que ha aumentado en todas las edades. En 2020, el 7,5% de los arrestos por homicidio involucraron a menores de 18 años, una proporción ligeramente menor que en años anteriores.
A lÃderes locales les cuesta encontrar l. a. mejor manera de responder a los tiroteos adolescentes.
Un puñado de comunidades, incluidas Pittsburgh; el condado de Fulton, en Georgia; y el condado de Prince George, en Maryland, han debatido o implementado toques de queda juveniles para frenar l. a. violencia adolescente. Lo que no está en discusión: más personas de 1 a 19 años mueren por violencia armada que por cualquier otra causa.
Una vida de lÃmites
El número devastador de l. a. violencia armada se revela a diario en las salas de emergencia.
En el centro de trauma de UChicago Medication, l. a. cantidad de heridas de bala en menores de 16 años se ha duplicado en los últimos seis años, dijo el physician Selwyn Rogers, director fundador del centro. Los angeles vÃctima más joven tenÃa 2 años.
âEscuchas a l. a. madre gemir o al hermano decir: âNo es ciertoââ, dijo Rogers, quien trabaja con jóvenes locales como vicepresidente ejecutivo del health facility para salud comunitaria. âTienes que estar presente en ese momento, pero luego salir por l. a. puerta y lidiar con todo de nuevoâ.
En los últimos años, el sistema judicial ha luchado por equilibrar l. a. necesidad de seguridad pública con l. a. compasión por los menores, según investigaciones que muestran que el cerebro de una personality joven no madura por completo hasta los 25 años.
Los angeles mayorÃa de los delincuentes jóvenes âsuperan l. a. edadâ del comportamiento delictivo o violento casi al mismo tiempo, a medida que desarrollan más autocontrol y habilidades de pensamiento de largo alcance.

Sin embargo, los adolescentes acusados de tiroteos a menudo son enjuiciadosââ como adultos, lo que significa que enfrentan castigos más severos, dijo Josh Rovner, director de justicia juvenil en Sentencing Undertaking, que aboga por l. a. reforma del sistema judicial.
En 2019, aproximadamente 53,000 menores fueron acusados como adultos, lo que puede tener graves repercusiones para l. a. salud. Estos adolescentes tienen más probabilidades de ser victimizados mientras están presos, dijo Rovner, y de ser arrestados nuevamente después de quedar libres.
Los jóvenes pueden pasar gran parte de sus vidas en un âaislamientoâ impuesto por l. a. pobreza, sin aventurarse más allá de sus vecindarios, aprendiendo poco sobre las oportunidades que existen en el resto del mundo, dijo Rogers. Millones de niños estadounidenses, en specific niños negros no hispanos, latinos y nativos americanos, viven en entornos plagados de pobreza, violencia y consumo de drogas.
Los angeles pandemia de covid-19 amplificó todos esos problemas, desde el desempleo hasta l. a. inseguridad alimentaria y de vivienda.
Aunque nadie puede decir con certeza qué provocó el aumento de tiroteos en 2020, l. a. investigación ha relacionado durante mucho tiempo l. a. desesperanza y l. a. falta de confianza en l. a. policÃa, que aumentó después del asesinato de George Floyd ese año, con un mayor riesgo de violencia comunitaria.
Las ventas de armas se dispararon un 64% entre 2019 y 2020, mientras que se cancelaron muchos programas de prevención de l. a. violencia.
Una de las pérdidas más graves que enfrentaron los niños durante l. a. pandemia fue el cierre de las escuelas durante un año o más, justamente las instituciones que proporcionan tal vez l. a. única fuerza estabilizadora en sus jóvenes vidas.
âLos angeles pandemia encendió el fuego debajo de l. a. ollaâ, dijo Elise White, subdirectora de investigación Heart for Justice Innovation, un entidad sin fines de lucro que trabaja con comunidades y sistemas de justicia. âMirando hacia atrás, es fácil restar importancia ahora a lo incierto que se sintió ese momento [de la pandemia]. Cuanto más insegura se sienta l. a. gente, cuanto más sientan que no hay seguridad a su alrededor, más possible es que porten armasâ.
Por supuesto, l. a. mayorÃa de los niños que experimentan dificultades nunca infringen l. a. ley. Múltiples estudios han encontrado que l. a. mayor parte de l. a. violencia armada es perpetrada por un número relativamente pequeño de personas.
Incluso l. a. presencia de un adulto solidario puede proteger a los niños de involucrarse en l. a. delincuencia, explicó el physician Abdullah Pratt, médico de emergencias de UChicago Medication que perdió a su hermano por l. a. violencia con armas de fuego.
Pratt también perdió a cuatro amigos por l. a. violencia con armas durante l. a. pandemia. Los cuatro murieron en su sala de emergencias; uno technology el hijo de una enfermera del health facility.
Aunque Pratt creció en una parte de Chicago donde las pandillas callejeras eran comunes, se benefició del apoyo de padres amorosos y fuertes modelos a seguir, como maestros y entrenadores de fútbol americano. A Pratt también lo protegió su hermano mayor, quien lo cuidaba y se aseguraba de que las pandillas dejaran en paz al futuro médico.
âTodo lo que he podido lograrâ, dijo Pratt, âes porque alguien me ayudóâ.
Crecer en una âzona de guerraâ
Diego no tenÃa adultos en casa que lo ayudaran a sentirse seguro.
A menudo, sus propios padres eran violentos. Una vez, en un ataque de ira por l. a. borrachera, su padre lo agarró por l. a. pierna y lo zarandeó por l. a. habitación, contó Diego; y su madre una vez le arrojó una tostadora a su padre.
A los 12 años, los esfuerzos de Diego para ayudar a l. a. familia a pagar las facturas atrasadas âvendiendo marihuana, y robando vehicles y apartamentosâ llevaron a su padre a echarlo de l. a. casa.
A los 13 años, Diego se unió a una pandilla del barrio. Los pandilleros, que contaron historias similares sobre huir del hogar para escapar del abuso, le dieron comida y un lugar para quedarse. âÃramos como una familiaâ, dijo Diego. Cuando tenÃan hambre y no habÃa comida en casa, âÃbamos juntos a una gasolinera a robar algo de desayunoâ.
Pero Diego, que technology más pequeño que l. a. mayorÃa de los demás, vivÃa con miedo. A los 16, pesaba solo 100 libras. Los chicos más grandes lo intimidaban y lo golpeaban. Y su exitosa actividad, vender mercaderÃa robada en l. a. calle por dinero en efectivo, llamó l. a. atención de pandilleros rivales, quienes amenazaron con robarle.
Los niños que experimentan violencia crónica pueden desarrollar una âmentalidad de zona de guerraâ, volviéndose hipervigilantes ante las amenazas, a veces sintiendo peligro donde no existe, dijo James Garbarino, profesor emérito de psicologÃa en l. a. Universidad de Cornell y l. a. Universidad de Loyola-Chicago.
Los niños que viven con miedo constante tienen más probabilidades de buscar protección en las armas de fuego o en las pandillas. Se puede activar para que tomen medidas preventivas, como disparar un arma sin pensar, contra lo que perciben como una amenaza.

âSus cuerpos están constantemente listos para pelearâ, dijo Gianna Tran, subdirectora ejecutiva del East Bay Asian Early life Heart en Oakland, California, que trabaja con jóvenes en riesgo.
A diferencia de los perpetradores de tiroteos masivos, que compran armas y municiones porque tienen l. a. intención de asesinar, l. a. mayor parte de l. a. violencia adolescente no es premeditada, dijo Garbarino.
En las encuestas, l. a. mayorÃa de los jóvenes que portan armas, incluidos los pandilleros, dicen que lo hacen por miedo o para disuadir ataques, en lugar de perpetrarlos. Pero el miedo a l. a. violencia comunitaria, tanto de los rivales como de l. a. policÃa, puede avivar una carrera armamentista urbana, en l. a. que los menores sienten que solo los tontos no portan armas.
âFundamentalmente, l. a. violencia es una enfermedad contagiosaâ, dijo el physician Gary Slutkin, fundador de Remedy Violence World, que trabaja para prevenir l. a. violencia comunitaria.
Aunque un pequeño número de adolescentes se vuelven duros y despiadados, Pratt dijo que ve muchos más tiroteos causados ââpor l. a. âpobre resolución de un conflictoâ y l. a. impulsividad de los adolescentes en lugar de un deseo de matar.
De hecho, las armas de fuego y un cerebro adolescente inmaduro son una mezcla peligrosa, enfatizó Garbarino. El alcohol y las drogas pueden aumentar el riesgo. Cuando se enfrentan a una situación potencialmente de vida o muerte, pueden actuar sin pensar.
Cuando Diego tenÃa 16 años, estaba acompañando a una niña a l. a. escuela y se les acercaron tres jóvenes, incluido un pandillero, quien, usando un lenguaje obsceno y amenazante, le preguntó a Diego si también estaba en una pandilla. Diego dijo que trató de pasar de largo, y uno de ellos parecÃa tener un arma.
âNo sabÃa cómo disparar un armaâ, dijo Diego. âSolo querÃa que huyeranâ.
En las noticias sobre el tiroteo, testigos dijeron que escucharon cinco disparos. âLo único que recuerdo es el sonido de los disparosâ, dijo Diego. âTodo lo demás fue en cámara lentaâ.
Diego habÃa disparado a dos de los muchachos en las piernas. Los angeles niña corrió por un lado y él por otro. Los angeles policÃa lo arrestó en su casa unas horas después. Fue juzgado como adulto, condenado por dos cargos de intento de homicidio y sentenciado a 12 años.
Una segunda oportunidad
En las últimas dos décadas, el sistema judicial ha realizado cambios importantes en l. a. forma en que trata a los niños.
Los arrestos de jóvenes por delitos violentos bajaron dramáticamente un 67% entre 2006 y 2020, y 40 estados han hecho que sea más difÃcil acusar a menores como adultos.
Los estados también están adoptando alternativas a l. a. cárcel, como hogares grupales que permiten a los adolescentes permanecer en sus comunidades, al tiempo que brindan tratamiento para ayudarlos a cambiar su conducta.
Debido a que Diego tenÃa 17 años cuando fue sentenciado, fue enviado a un centro de menores, donde recibió terapia por primera vez.
Diego terminó l. a. escuela secundaria mientras estaba tras las rejas, y obtuvo un tÃtulo de un colegio comunitario. Con otros jóvenes reclusos fue de excursión a teatros y al acuario, lugares en los que nunca habÃa estado. Los angeles directora del centro de detención le pidió que l. a. acompañara a eventos sobre l. a. reforma de l. a. justicia juvenil, donde lo invitaron a contar su historia.
Para Diego, esas fueron experiencias reveladoras: se dio cuenta de que habÃa visto muy poco de Chicago, a pesar de que habÃa pasado su vida allÃ.
âMientras estás creciendo, lo único que ves es a tu comunidadâ, dijo Diego, quien fue liberado después de cuatro años, cuando el gobernador conmutó su sentencia. âAsumes que el mundo entero es asÃâ.
Los angeles editora de datos de KHN Holly Ok. Hacker y l. a. investigadora Megan Kalata contribuyeron con este informe.